El cristiano, iluminado por Jesús

Por Padre Jairo Gregorio Congote

Apreciados amigos del Mundo Latino,
Deseo agradecerles a todos los que de diferentes lugares me han expresado su interés en esta Columna que escribo semanal- mente. La circulación de este medio llega a muchos rincones lo cual hace que me sienta aún más responsable por las palabras que les dirijo en cada ocasión. Quiero recordarles que Dios les ama entrañablemente y que no podemos desfallecer en nuestro ideal de responder al llamado universal a la santidad.
De la misma manera como Jesús le abrió los ojos a Pedro en el momento de curar al ciego de Betsaida para que Pedro pudiera reconocer y confesar la verdadera identidad de Jesús, así Jesús también le abrió los ojos a los discípulos para que entendieran los anuncios de la pasión a través de la curación del ciego de Jericó. Esto lo hizo como un llamado a la vida de servicio y sacrificio. Jesús le abrió los ojos a sus discípulos con el fin de que entendieran lo que iba a suceder en Jerusalén, pues ellos tendrían que seguirle un día hasta la cruz del martirio. El ciego Bartimeo sabía que Jesús era su única salvación; por eso llamaba a Jesús con insistencia y a gritos, a pesar de que trataban de silenciarlo. En aquel tiempo no había programas de ayuda a los discapacitados. Jesús venía a abrir horizontes nuevos y a dar nuevas
posibilidades. Cuando Jesús llamó al ciego, este tiró su manto para correr hacia Jesús puesto que el reino de Dios exige una respuesta apresurada que no se distraiga con pequeñeces materiales. El que había sido ciego, al final del relato, se convierte en discípulo de Jesús y le seguía por el camino.
Jesús le pregunta al ciego: ¿Qué quieres que te haga? Jesús se pone al servicio del ciego y de todos los necesitados que ponen en él su confianza. En un sentido simbólico, un ciego que no ha visto la luz del día podríamos decir que es un no nacido, ya que no ha sido dado a luz. El cristiano verdadera- mente nace y es dado a luz cuando descubre su vocación de servir a los necesitados como lo hizo Jesús. Jesús no se cansa de enseñarnos que siempre podemos llevarle nuestros problemas y nuestras necesidades por medio de la oración. La mayoría de los médicos creen que las oraciones de los amigos ayudan a los pacientes a recuperarse mejor. Nosotros lleva- mos nuestras necesidades a Jesús porque sabemos que estamos rodeados de amor: el amor de Dios, de nuestra familia y de nuestros amigos. A veces, hace falta un mo- mento de crisis para aprender a apreciar este amor que nos rodea.