El amor de Dios abarca a todos los pueblos

Por el Padre Jairo Gregorio Congote

Queridos amigos en los evangelios vemos que Jesús anuncia una salvación universal: Dios quiere que todos los pueblos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. Los judíos pretendían tener a su Dios exclusivamente para ellos, excluyendo a los demás pueblos; pero Dios solo quería tenerlos a ellos exclusivamente para sí y para sus planes de llevar la salvación hasta los confines de la tierra. Jesús anuncia que, como en el pasado, con los profetas Elías y Eliseo, Dios va a llevar la salvación más allá de las fronteras de Israel. Los nazarenos ven en las palabras de Jesús una provocación y un desafío. Responden con intenciones homicidas. Ya desde el primer día de su predicación. Jesús pudo ver la muerte de frente; su ministerio no iba a ser un camino triunfal sino una lucha a muerte.
La reacción inicial de la gente al mensaje de Jesús fue de admiración. Jesús se comparaba con los profetas que fueron perseguidos por la autoridades, especialmente con Elías y Eliseo que habían ejercido su ministerio precisamente en la región del norte del país y que habían obrando milagros en favor de los paganos.
San Lucas en el evangelio abre el ministerio de Jesús en el pueblo natal de Jesús de modo que todo el ministerio sea una peregrinación de Jesús, un gran viaje, desde Nazaret hasta el Calvario y hasta el Monte de los Olivos desde donde Jesús asciende al cielo. La gente de Nazaret respondió a Jesús de modo típico, según lo que dice el refrán: “Pueblo pequeño, odios grandes”, No supieron apreciar el gran bien que salía de entre ellos. Se comportaron como los cangrejos de los que dicen los pescadores que cuando los capturan y meten en un cesto no hace falta poner una tapadera; cuando un cangrejo comienza a trepar para salirse fuera, los demás cangrejos lo agarran y lo tiran abajo. Asi somos a veces las personas, que en lugar de ayudarnos mutuamente a subir y superarnos, nos fijamos en los defectos de los demás para derribarlos y controlarlos.
La escena de Nazaret fue ante un grupo muy reducido de gente muy cerrada que deseaba que Dios fuera también cerrado, como ellos. El Dios de Jesús era apertura y novedad. Los cristianos, herederos de la misión de Jesús y de los apóstoles, estamos llamados a traer al mundo a Jesús y a Dios. Esto lo vamos a llevar a cabo generalmente en nuestra vecindad y en nuestra ciudad con nuestro sacrificio y ejemplo de amor, aceptación y respeto a los demás.