El pastor y las ovejas

Por el Padre Jairo Gregori Congote
Las ovejas escuchan, conocen y siguen al pastor; este las conoce y les da Vida eterna; no perecerán; nadie las robara. Entre el pastor y las ovejas hay relaciones íntimas y comunión de vida. Jesús es el pastor de las ovejas que nos alimenta con su palabra, ejemplo y Eucaristía. Nos conoce, ama, guía y defiende. Es el pastor que escucha a las ovejas y conoce sus necesidades.
Jesús y el Padre no están en competición alguna; se alaban mutuamente. Jesús es el Hijo muy amado del Padre y Jesús ama al Padre y ama hacer siempre su voluntad. El Padre es quien ha hecho las mayores obras en la creación y quien le ha concedido al Hijo hacer sus obras milagrosas; en el plan divino el Hijo no se va a quedar atrás o va a ser menos. El Padre y el Hijo son iguales en su amor y compromiso por salvar al mundo: Nadie nos puede arrebatar ni de la mano de Jesús ni de la mano del Padre; los dos son un mismo Dios y están íntimamente unidos en todo El Padre había mostrado su grandeza desde la creación hasta que envió a su Hijo al mundo para salvarlo. Recordemos también que esta grandeza del amor de Dios, hacia Jesús y hacia nosotros, tiene que gobernar nuestra vida cristiana, dándonos confianza para sentirnos libres de las ataduras del pecado y de la vida pasada; siempre Dios es tan grande, que es mayor que nuestra conciencia y que nuestros pecados. Por eso, Dios puede perdonarlo todo.
Recordando a Jesús como el Buen Pastor, este domingo fue designado por el Papa Juan Pablo II como un día de oración por las vocaciones al sacerdocio. Últimamente necesitamos oraciones por los pecados y errores de algunos sacerdotes en el pasado, especialmente en los Estados Unidos. Tenemos confianza de que la Iglesia saldrá fortalecida de esta crisis; el Espíritu Santo dirige a la Iglesia a lo largo de los siglos; el mal causado por la mala publicidad y el mal ejemplo de unos pocos pronto se convertirá en algo del pasado y la Iglesia seguirá adelante con fuerza renovada.
Debemos fortalecer nuestra fe en la acción del Espíritu en la vida de la Iglesia; los contratiempos se convierten en oportunidades para el bien. La universalidad de la Iglesia se desarrolla providencialmente por el rechazo del testimonio apostólico por los judíos. Pablo y Bernabé son tan valientes como lo habían sido Pedro y los apóstoles en Jerusalén. Lo único que importaba era proclamar el evangelio y continuar la misión de Cristo en el mundo; si unos no escuchaban, había que ir a otros; no había tiempo que perder en esta misión. El rechazo de los judíos y los males que les sobrevienen, impulsan a los apóstoles a irse a nuevos campos de misión, pues no hay mal que para bien no venga, y todo coopera para el bien de los que aman al Señor. Este domingo oremos por todos nuestros sacerdotes, de tal manera que le pidamos a Dios buenos y santos sacerdotes que se entreguen a su labor de corazón.