Meditaciones propias de Cuaresma

Por Gregorio Congote

La gran mayoría de cosas que le pedimos a Dios en oración suelen relacionarse con nuestros deseos. Puras necesidades temporales pero pocas relacionados con pedirle a Dios que nos de santidad, rara vez pedimos por los pecadores o desconocidos. Nuestra más grande misión tiene que ver con nuestro espíritu de servicio. El evangelio dice que el otro esta primero que nosotros. Nosotros vivimos para los demás, no vivimos para sí mismos. No debemos buscar solo nuestro propio beneficio que me alegre mi trabajo, mi salud, mi economía mi salud física y mental, provea soluciones relacionadas con relaciones humanas, conseguir más afecto. La religión no debe servir únicamente como alimento de las cosas temporales. Necesitamos ser espirituales, vivir  nuestra religión en el espíritu. Para vivir en el espíritu tenemos que crecer en el amor al prójimo. Espiritualidad es amar. Hay que dar amor incondicional. El sufrimiento muchas veces proviene de tantos deseos, entre menos deseos tengamos, más tendremos a Dios. A veces no tenemos gratitud, siempre tenemos deseos mayores y hacemos cosas que no debemos en busca de seguridad. Nada de lo que tenemos lo conseguimos nosotros.

Todo bien proviene de Dios. Dios nos pide a nosotros que entendamos que su yugo es liviano y los mandamientos son fáciles. Por ejemplo dos personas que se aman no les puede ser difícil ser fieles porque tienen mucho amor. Lo mismo con nuestro amor a Dios debemos vivir bien los diez mandamientos. Entre más amemos a Dios, es más fácil vivir sus mandamientos. Dios nos ama y es misericordioso pero no debemos atentar contra su justicia divina porque es un Dios justo. Estamos en periodos de gracia, o sea que así podemos llamar a nuestra vida temporal. Cuando morimos viene la justicia y la gracia se acaba. Por eso es importante seguir viviendo nuestra fe con entusiasmo y emprender de una vez por todas nuestro camino hacia el bien.