Adviento


Por Padre Gregorio Congote

El adviento es tiempo de preparación para la llegada de nuestro Salvador. Desde la predicación de San Juan Bautista, los cristianos estamos llamados a preparar el camino del Señor trabajando por la paz, el perdón y la reconciliación entre personas y grupos de la sociedad, la compasión hacia los que sufren tragedias, calamidades, la libertad a los cautivos y oprimidos por deudas y la sanación a los que sufren enfermedades.

Durante el Adviento nos preparamos para celebrar de un modo especial la Encarnación del Hijo de Dios, que se hizo pequeño y limitado como nosotros, que quiso compartir la suerte de los pobres y oprimidos, y trajo palabras de consuelo para todos los que ponen su confianza en Dios. Si nosotros vamos a cooperar a la salvación del mundo, tendremos que hacerlo por medio de una encarnación semejante a la de Jesús, hermanándonos con los pobres.

Cada año se nos recuerda que debemos tener renovadas disposiciones de conversión y de amor. El año eclesiástico, inicia un mes antes que el año civil: así como en el año civil y natural hay ciclos y estaciones como el invierno y la primavera, también en el año sobrenatural de la gracia de Dios hay ciclos y estaciones como el tiempo de Adviento y de Navidad, Cuaresma y Pascua, en los que Dios quiere transformarnos interiormente de modo paralelo a los cambios que hace en la naturaleza cuando vemos reverdecer, florecer y fructificar. Para que se den estos cambios en la naturaleza, tienen que haber un tiempo apropiado como el calor, la lluvia, los abonos y la limpieza de hierbas malas; en el año sobrenatural tenemos que crear un buen clima espiritual expresado en fe, oración, sacramentos, buenas obras, evitar peligros y tentaciones.

En el tiempo de Adviento hay que procurar despertar hambre de Cristo. Necesitamos una preparación personal e individual para esa venida, y otra preparación social, familiar, y comunitaria, a través de la conversión, el modo de vivir y de comportarse. El Adviento no debe quedarse en decoraciones, regalos y fiestas navideñas; necesita decoración espiritual a través de oraciones, servicios penitenciales, Posadas y caridad con los pobres. La participación en estas celebraciones religiosas nos ayudará a despertar esa hambre de Dios y nuestro deseo de que el día de Navidad sintamos que Cristo ha nacido en lo más profundo de nuestro corazón.

Hay que estar a la expectativa, trabajando diligentemente en la tarea que el Señor nos ha encomendado como siervos diligentes de los que se espera mucho fruto. Hay que vigilar y estar alerta, porque los desafíos y pruebas del Señor nos vienen cuando menos se esperan.