La proclamación de la Buena Nueva

POR PADRE JAIRO GREGORIO CONGOTE

En el evangelio de san Lucas se nos señalan las tres etapas por las que Dios nos comunicó el mensaje evangélico: 1) En la vida y predicación de Jesús. 2) en la predicación oral de los apóstoles y de otros testigos de la vida y de la actividad de Jesús, y 3) en el texto presente del evangelio por el que nos sigue llegando el mensaje de Jesús a lo largo de los siglos. San Lucas subraya que tuvo gran cuidado al transmitir el mensaje de Jesús con fidelidad, examinando bien las bases de nuestra fe.

En el discurso de la sinagoga de Nazaret, encontramos las primeras palabras de Jesús adulto en el evangelio de san Lucas. Después de Leer la cita del profeta Isaías, Jesús comienza diciendo: “Hoy se ha cumplido esto que acaban de oír”. Estas palabras contienen un resumen de todo el ministerio y esfuerzo de Jesús para convertir en realidad las promesas de los profetas del antiguo testamento en favor de los pobres y oprimidos. Jesús anuncia y trae la liberación, sanación y perdón esperados.

Jesús proclama en Nazaret su opción preferencial por los pobres en línea con la justicia, igualdad y hermandad anunciadas por los profetas. En el Año Jubilar judío, que hoy llamamos año santo o jubileo, no debía haber pobres en el país (Deut 15:4), porque todos debían perdonar las deudas, recobrar las tierras perdidas y ser generosos compartiendo lo que tenían con los necesitados. El Año Jubilar todo el mundo debía ser liberado de sus deudas para poder salir de la pobreza. La pobreza era contraria a la santidad de la tierra. Una tierra donde se despreciaba y oprimía a los pobres era una tierra “sin Dios”.

San Lucas pone énfasis sobre el cumplimiento de las promesas de Dios: Zacarías, en el Benedictus, canta el cumplimiento de lo anunciado por boca de los profetas; Maria en el Magnificat, canta el cumplimiento de las promesas hechas en favor de Abrahán y de su descendencia. En los Hechos de los Apóstoles, San Lucas insiste en que lo que sucedió en la pasión y resurrección de Jesús y el nacimiento de la iglesia fue en cumplimiento de las promesas y esperanzas de Israel.

La seguridad y el futuro del pueblo iban a depender de su Alianza con Dios y no de las alianzas y pactos con los poderes políticos de los países vecinos. La confianza que el pueblo tiene en su Dios lo invita a la alegría y la esperanza. Pero el camino a la felicidad pasa por el de la fidelidad a Dios. El pueblo de Israel renovó su Alianza con Dios en momentos críticos de su historia a la muerte de Moisés, a la muerte de Josué y a la vuelta del destierro. Los cristianos, por nuestra parte, estamos llamados a renovar cada año nuestra alianza bautismal en la vigilia pascual; los matrimonios cristianos deberían renovar su alianza matrimonial después de cada crisis familiar, sin esperar a las bodas de plata, cuando a veces, es demasiado tarde.