Vivir en marcha

Por Padre Jairo Gregorio Congote

Vivimos en una situación de éxodo; somos peregrinos que caminamos en este mundo hacia la ciudad de eternidad. No hay que tener carga ni bagaje inútil para el viaje, porque las cosas materiales y las riquezas de este mundo son solo aparentes y solamente tienen valor cuando son repartidas entre los pobres; son estos los que se encargan de depositarlas en el tesoro del cielo. Los pobres deben ser el verdadero tesoro de la Iglesia y de los creyentes; hacia ellos deberá inclinarse todo corazón movido por la fe.
Hoy, para unos su mayor tesoro es su familia, sus relaciones y amistades; para otros, su riqueza son sus títulos, su figura o su imagen; para otros, su tesoro son sus cuentas bancarias, sus tarjetas de crédito, su automóvil, su casa y posesiones. Para el cristiano, su riqueza es el amor, su fe, y su comunidad; estas riquezas son más preciosas que el oro. En nuestro caminar por la vida tenemos que poner nuestra confianza en el Dios que nos ama y no en las riquezas o en las cosas materiales.
Todos somos administradores que debemos crecer y madurar en el ejercicio de nuestra administración. Dios busca responsabilidad mucho más que gratitud, especialmente con los bienes materiales. Hay muchos ricos que dicen agradecerle a Dios por lo que les ha dado pero que son muy irresponsables, porque se preocupan muy poco por los pobres. Más que nuestra gratitud, Dios desea nuestra caridad. En nuestra peregrinación cristiana, hay que estar siempre listos, con la túnica y la lámpara preparadas, o como se diría hoy, hay que mantener el motor del carro bien afinado, con las llantas en buen estado, con los frenos en buena condición y con el tanque lleno de gasolina, para poder incorporarnos y seguir la caravana de Cristo que pasa velozmente y nos invita a seguirle.
El cristiano es uno que vive alerta, siempre atento a las oportunidades para crecer en su fe y en su caridad; no hay que estar ocioso o distraído en cosas necias y vanas; no hay que dejar las cosas de Dios para después porque uno no sabe lo que el mañana nos espera o si el mañana realmente llegará, ya que cuando uno parece sentirse bien de salud tiene que recordar aquello de que frecuentemente todo hombre es un moribundo en perfecto estado de salud. Somos un pueblo que camina sigamos la inspiración de los ejemplos de los santos de la Biblia, y de los otros como el indio san Juan Diego, Santa Rosa de Lima, san Martín de Porres, san Pedro Claver, Fray Junípero Serra, y la Madre Cabrini, nuestros abuelos, los catequistas que nos enseñaron las primeras oraciones y tantas otras personas que han caminado en pos de Cristo y nos dejaron un ejemplo para seguir sus pasos.